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Redacción: Vox Populi
Fieles lectores, aquí nos teneis
otra vez. Nos hemos dado cuenta que una de las razones de que a
l@s alumn@s de la EOIP les guste nuestra revista es porque aparece
ante de las vacaciones y la revista se convierte así en un
anuncio de esos gozosos días, de ahí el título
en inglés.
Vamos a repasar brevemente algunas actividades
realizadas en nuestra escuela desde la aparición del número anterior. Nos despedimos del trimestre pasado con un bellisimo concierto que tuvo lugar en la escuela: JAUZIA (Saut de basque),
con música barroca de autores vascos de ambos lados de la
frontera. Todos nos fuimos a casa con un dulce regusto en la boca
y en el estado de ánimo adecuado para celebrar las Navidades.
En cuanto a las obras del parking de la calle Compañía, parece (cruzad los dedos) que se acercan
a su fin. Los que, como no terminen pronto, se acercan a su fin
son l@s profesores-as y alumn@s de la escuela. La alianza de obras
del parking junto al nuevo entubado de las calles aledañas
a la escuela nos ha convertido en sujetos pacientes de ruidos, polvo
y barro. Si como parece los ruidos de la plaza van a finalizar pronto
nos tememos que muchos alumnos y profesores van a entrar en una
fase severa de síndrome de abstinencia. Temiendo estos efectos
nos hemos puesto en contacto con el centro de salud de al lado.
Queda pendiente, demasiado pendiente, diría
yo, la apertura de la nueva entrada a la EOIP por la plaza de Compañía
con el necesario acondicionamiento de toda la planta baja. Recordaréis
cómo en la época romana se erigían puertas
y arcos triunfales cuando algún emperador pasaba por allí.
A falta de emperadores, estamos pensando en invitar a algún
alto dignatario a que visite nuestra escuela. Quizá entonces...
Hay un sinfín de otras pequeñas
noticias, pero como ya las encontraréis esparcidas en el
interior sólo me voy a referir a un par de ellas, que nos
parecen claves. Por un lado, la dirección y el Consejo Escolar
de la escuela se están moviendo para dar una solución
a la falta de espacio para dar cabida a más alumnos y también
a la falta de espacio para una enseñanza de calidad (biblioteca,
etc....). Así, el día 8 de febrero, la Comisión
de Educación del Parlamento de Navarra visitó nuestra
escuela, como quedó recogido en la prensa local.
También importante nos parece la informatización
de la fase de preinscripción. Esperamos que ya para el curso
próximo l@s alumn@s que lo deseen podrán realizar
la matrícula desde sus casas, a través de Internet.
Ya os informaremos con más detalle. Sin más, leed
y disfrutad.
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¿excepción o normalidad?
Vasco parlantes a la antigua y vasco parlantes actuales en Navarra
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Texto: Inma Errea (Traductora)
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Redacto estas líneas en uno de los dos idiomas de
los que puedo afirmar, sin mentir, que domino aceptablemente.
Mi limitado conocimiento de inglés o del francés
no me permite sobrepasar la categoría de bilingüe,
algo que, por otra parte, es bastante común en nuestro
entorno.
Aun abusando de la confianza de quienes vayan a leer este
artículo, deseo dar algún detalle autobiográfico
más. Pensando un poco en ello, me he dado cuenta de
que en mi familia ha sido habitual esto de hablar o saber
más de una lengua. Mi padre, como la mayoría
de parientes masculinos de su generación, sabía
euskera, castellano y un rudimentario inglés, suficiente
para defenderse como trabajador emigrante en los Estados Unidos
de América. Mis abuelos y abuelas también fueron
bilingües, y tengo que remontarme a la anterior generación,
es decir, a la de bisabuelos y bisabuelas, para encontrar,
en la familia, un monolingüe... ¡vasco parlante!
Todas esas personas trabajaron en oficios variados, tanto
en el medio rural como en el urbano, pero ninguna de ellas
desarrolló, antes de la generación a la que
pertenezco, oficios intelectuales.
Aunque lo parezca, el objeto de este escrito no es que conozcan
a mi familia. Sólo intento partir de un caso particular,
el que mejor conozco, para tratar de llegar a un ámbito
más general, el de una significativa parte de esta
nuestra sociedad Navarra. Sé que muchas personas podrían
construir relatos similares en nuestra comunidad.
Pero si, como creo, es tan habitual y corriente en Navarra
esto del bilingüismo, ¿a qué viene tanto
escándalo por el hecho de que existan carteles, papeles
oficiales y anuncios en castellano y euskera? ¿Por
qué hay gente que se rasga las vestiduras ante el hecho
de que existan personas en la Administración que sepan
atender a la ciudadanía en otro idioma que no sea el
dominante castellano? ¿Cuál es el motivo por
el que a ciertas personas les sale urticaria sólo con
ver que el papelito que les dan en una ventanilla o les envían
por correo está escrito en las dos lenguas asentadas
en esta foral comunidad?
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Aquellos de antes eran otra cosa
Muchas veces he oído comentar
a algunas personas que vascos sí, pero
como los de antes. Aquellos, los antiguos, los casheros
que los sábados podían ser vistos en San
Nicolás o las internas que prestaban sus servicios
en casas bien de la ciudad, sí eran vascos y
vascas de verdad, dicen, sabían el vasco desde
la cuna, y eran buena gente, noble y honrada. En cambio,
estos vascos de ahora continúan, lo son sólo
por política, utilizan lo del euskera para enredar
y se cuelan en el profesorado o los cuerpos administrativos.
Cuando oigo argumentaciones
de este tipo me saltan todas las alarmas lingüísticas:
quienes algo así afirman, algo se callan también.
Tras el biombo de tales afirmaciones ocultan una curiosa
clasificación en la que sólo caben dos
tipos de personas vasco parlantes: por un lado, las
de antes, muy nobles ellas, con sus dialectos, tan ricos
y variados, y muy educadas y respetuosas, también,
tanto que ante cualquier monolingüe castellano
parlante se pasaban al castellano inmediatamente, aun
corriendo el riesgo de que su forma de hablarlo se convirtiera
en objeto de chanzas y bromas (¿recuerda alguien
a Peruchiqui o a Txomin del Regato?); y por otro, las
nuevas, esas gentes que por politiquería han
ido a un euskaltegi o ikastola y se dedican a hablar
en un batua inventado y a exigir que se les atienda
en una lengua medio artificial.
Ciertas personas monolingües
que, bajo una pátina de neutro apoliticismo y
universalismo a ultranza (¿se puede ser universalista
monolingüe?) esconden querencias culturales, rasgos
ideológicos e intereses muy concretos ocultan
también otras realidades que les resultan incómodas,
tanto política como vitalmente.
Gente preparada para la vida moderna
Lo que yo creo que incomoda realmente
a algunas personas es la preparación que los
y las vasco parlantes actuales hemos adquirido en euskera,
similar a la que tenemos en castellano. He dicho al
principio que en mi entorno familiar el bilingüismo
no es nada extraordinario. Y también he constatado
que en ese entorno mucha gente letrada no ha habido.
Y entre ambas afirmaciones me he callado lo que ahora
quiero proclamar: que el bilingüismo no es igual
en todo lugar y tiempo, que hay muchas maneras de ser
bilingüe. Mi padre sabía euskera, castellano
e inglés, pero los conocía de diferentes
maneras: el euskera era su lengua materna, pero su analfabetismo
en ella apenas le permitía leer algún
que otro libro (¡cuántas vueltas le dio
a aquel cancionero popular vasco!). El castellano era
su lengua escolar, aquella en la que le enseñaron
a leer, a escribir y a dominar las cuatro reglas. El
inglés sólo lo utilizó para entenderse
con los habitantes del país que durante un periodo
de su vida le acogió.
Mi realidad personal es muy distinta.
Siendo bilingüe también, crecí hablando
en un castellano fuertemente influido por el euskera
que, todavía, hablaban, entre sí, mis
mayores, Por supuesto, fui alfabetizada en castellano,
y llegué a vivir situaciones paradójicas:
mientras compañeras y profesoras de colegio decían
que qué raro hablaba (durante años estuve
convencida que cogote y kokotz eran lo mismo), ganaba
premios escolares de redacción. Al empezar a
estudiar euskera empecé a comprender muchas cosas
de mi infancia que hasta entonces no acertaba a encajar.
La cuestión es que ahora
soy una persona bilingüe alfabetizada en dos lenguas.
Y la generación que me sigue puede llegar fácilmente
a ser trilingüe. Todo lo cual conlleva, entre otras
cosas, un mayor grado de asertividad, autoestima y exigencia
que el mostrado por vasco parlantes de otras épocas.
Demostrado está, en cualquier lugar del mundo,
que la alfabetización y la enseñanza abren
la puerta al reconocimiento de muchos derechos. Si alguien
no sabe leer o escribir en una lengua, difícilmente
podrá desear y exigir que se le ofrezcan servicios
en ella. Por primera vez en la larga historia del euskera,
esta lengua dispone de una masa crítica de personas
que la hablan, que están alfabetizadas en ella,
que quieren vivir su lengua más allá del
ámbito doméstico y que están dispuestas
a lograrlo de manera resuelta y eficaz
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Mucha gente en busca de raíces
Todo lo dicho hasta ahora no se refiere a casos aislados,
sino a varios miles de navarros y navarras que han optado
por no renunciar a una lengua que, digan lo que digan desde
instancias políticas, todo el mundo reconoce como propia
del lugar en que habitamos y anterior, además, a las
actuales y aun precedentes realidades políticas. Y
hablar aquí de todo el mundo no es ni exageración
ni metáfora.
Para quienes han optado por rechazar la realidad vascófona
de Navarra resulta chocante que durante todos estos años
tantos navarros y navarras hayan optado por recuperar el euskera
o enseñárselo a sus descendientes. Hablo sin
conocer los datos de matriculación para el curso que
viene, pero aun en el caso de que desciendan los porcentajes
de los modelos en o con euskera -algo que no sería
sorprendente después de la agresiva campaña
con la que tratan de reducir la influencia vascófona-,
a mucha gente ha sorprendido, y a algunas instancias, el impulso
que ha tomado la enseñanza en euskera en esta comunidad
nuestra.
Pueden darse muchas explicaciones al fenómeno, pero
yo me inclino por pensar que quienes optan por el euskera
tratan de recuperar el necesario contacto con realidades cercanas,
familiares, relacionadas con las raíces de cada cual.
Pero, dirá alguien, eso no explica que también
personas llegadas de otros lugares hayan optado por el euskera.
Y es verdad. Pero en esas personas pesan también, seguramente,
razones vitales: tratan, tal vez, de contactar con la realidad
que les acoge, y además pueden apreciar con más
claridad el valor de las diferentes culturas. He conocido
a personas que han venido a Navarra y han aprendido euskera
o la han elegido como lengua para sus hijos e hijas. En ninguna
de esas personas, procedieran de Cáceres, África
o Nueva York, he visto que rechacen sus lenguas o culturas
de origen. Más bien se muestran orgullosas de ellas,
a la par que acogen con respeto y hasta entusiasmo todo lo
relacionado con la cultura vasca.
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Mucha gente en busca de futuro
Hasta ahora he hablado del pasado.
Pero es hora ya de hablar del futuro. Porque un futuro
en bilingüe es algo prometedor y deseable para
mucha gente. Cualquier padre o madre que tenga criaturas
en edad escolar desea fervientemente que sus hijas e
hijos aprendan idiomas. Para materializar ese deseo
existen diversos caminos. Se puede enviar a la descendencia
a centros que, además del castellano, enseñan
inglés, francés o incluso alemán.
O se puede enviar a centros donde van a aprender euskera
y castellano (mi hijo aprendió a hablar en castellano
en la ikastola) y además, otras lenguas: inglés,
seguro y tal vez, también francés. Todas
son opciones legítimas. Pero entre ella existen
diferencias que se ocultan, supongo que interesadamente.
Porque lo mismo que hay muchos modos de ser bilingüe,
hay muchas maneras también de hacerse con el
dominio de dos o más lenguas. Si, por poner un
ejemplo, alguien opta por ser, aquí y ahora,
bilingüe castellano e inglés, no tendrá
más remedio, en un momento dado, que irse a dar
una vuelta por un país anglosajón. Quienes
mal aprendimos francés en el Bachillerato sabemos
que de poco sirve saberse las tablas verbales cuando
hay que pedir un producto cualquiera en una tienda francesa.
Quienes después hemos aprendido algo de inglés
con métodos más comunicativos sabemos
asimismo que nuestro inglés no da para mucho
más que para manejarnos en Internet o explicar
a un turista holandés dónde está
la Cuesta de Santo Domingo. Es decir, que donde mejor
se aprende un idioma es allá donde puede ser
hablado y escuchado, en su propio territorio de origen.
Y esa es la ventaja que, probablemente de una manera
inconsciente, mucha gente le ve al euskera: la de que
sus retoños puedan ser bilingües sin tener
que gastarse, de entrada, una millonada en enviarlos
todos los veranos a Gran Bretaña, Irlanda o los
Estados Unidos. Porque no nos engañemos, sólo
un pequeño colectivo de personas con un poder
adquisitivo superior puede hacer tal esfuerzo.
Me imagino ya a alguien poniendo
el pero: ¿es que ser bilingüe, al margen
de las lenguas en que se sea tal, es en sí mismo
una ventaja? Yo creo que sí. Lo he visto con
mis ojos: niños y niñas que han crecido
en familias bilingües para quienes el aprendizaje
del euskera como tercera lengua ha sido increíblemente
fácil. Lo afirman quienes entienden de estas
cosas: así como los conocimientos musicales facilitan
el aprendizaje de las matemáticas o la recuperación
de las facultades verbales en quienes las han perdido,
el aprendizaje de un tercer idioma es muchísimo
más sencillo para niñas y niños
inicialmente bilingües. Y lo intuyen, yo creo que
acertadamente, muchas de las personas que eligen la
opción del modelo de inmersión en euskera
para sus criaturas.
Hay otro fenómeno bastante
curioso: desde instancias gubernamentales se dice una
y otra vez que con las últimas medidas únicamente
pretenden garantizar la igualdad de oportunidades de
las personas castellano parlantes (¿olvidan que
los y las bilingües también lo somos?),
a la hora de ingresar en la Administración. Sin
embargo, los porcentajes de funcionarios y funcionarias
a quienes, para serlo, se les ha exigido el euskera
o se les ha valorado como mérito son ínfimos.
A pesar de lo cual nuestros gobernantes perciben que
hay mucha gente bilingüe entre el funcionariado.
Y tal vez no se equivocan. No lo sé con certeza,
pero se me ocurre que quienes logran hacerse con un
bilingüismo más o menos equilibrado tal
vez desarrollen también otras capacidades muy
útiles a la hora de estudiar oposiciones (también
se dice que entre quienes sacan oposiciones somos más
las mujeres que los hombres, y no sería políticamente
correcto tomar medidas contra las mujeres para garantizar
la igualdad de oportunidades de los hombres...).
He tratado de poner voz pública
a reflexiones que mucha gente se hace últimamente.
Ante una manifestación de miles de personas que
defienden una lengua se puede optar por pensar que todas
ellas están equivocadas o son unas malintencionadas.
Pero, en mi opinión, la realidad es que la última
campaña gubernamental contra el euskera ha herido
a muchas personas porque ha dado en un punto muy delicado:
aquel que nos une a las generaciones de nuestros antepasados
y antepasadas y que, de paso, nos conduce al futuro.
Se puede racionalizar más o menos el asunto,
pero cualquier persona sabe en el fondo de sí
misma que un arraigo adecuado en una tierra generosa
es la mejor garantía que tiene el árbol
para crecer.
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