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.Hablar euskera es ver las cosas a su manera |
Texto: Carine Espadanedo |
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¡Acabo de vivir una experiencia de lo más formativa! La finalidad es redactar una memoria para la universidad. Claro cuando empecé a asistir a las clases pensaba en el trabajo que tenía que hacer, ¡va con nota! Pero poco a poco, sólo quería ser una alumna más. Me lo estaba pasando muy bien, y sobre todo, estaba aprendiendo mucho y ¡quería aprender más! Las clases me parecieron amenas. Pero el idioma me resultó difícil. Difícil porque no desciende del Indoeuropeo y que en ningún momento pude apelar a mis conocimientos. Difiere del esquema al que estoy acostumbrada. ¡Se declina prácticamente todo! Destacaré también el uso de sufijos. Las palabras me resultaron largas, lo que me dificultaba su memorización. Me pareció también que la "K", la "Z" y "X" eran unas letras dominantes. Y más observaciones que podría hacer, es una visión muy resumida. Y no quiero comparar. Cada idioma tiene su funcionamiento, y hay que adaptarse. Esta experiencia me hizo reflexionar sobre como llevar a cabo un buen aprendizaje y también sobre mi forma de enseñar. Quiero compartirla con estas líneas. El primer día de clase, la profesora hablaba en Euskara, en seguida traducía, apuntaba el vocabulario en la pizarra. Pero fue traduciendo cada vez menos, lo justo y necesario. |
A lo largo del siglo XX y XXI, las diferentes corrientes didácticas han ido preconizando la traducción, luego la desaconsejaban. Me extrañó al principio que todos mis compañeros tuviesen diccionario en clase. En este caso tanto la traducción como el diccionario eran imprescindibles. A veces me parecía difícil la tarea mandada en clase, que podíamos realizarla con lo poco que sabíamos. Un día por ejemplo teníamos que adivinar el personaje famoso elegido por el compañero haciéndole preguntas. No me veía capaz. Me faltaba vocabulario para realizar la actividad o ¿quería decir más de lo que sabía? Tiré de diccionario para salir del apuro o complicarme la vida. Con esto quiero decir que lo que me llamó la atención es que la profesora nos daba el vocabulario justo para hacer la actividad, otro día volvíamos a utilizarlo, y así llegar a adquirirlo. Siempre nos decía: repetir como en el ejemplo, pero como alumna me complicaba la existencia. A veces los profesores damos listas de vocabulario que apenas sirven. Otro día teníamos que realizar una encuesta, levantarnos y buscar en la clase quién tenía un objeto X y apuntar su nombre en la ficha. Todos entendimos la consigna, nos miramos pero nadie se levantó a la primera. Nos repitió la consigna y tuvo que hacer mímicas para que entendiéramos. Claro, oír "realizar una encuesta" y en euskera, yo por lo menos dudé de mis capacidades. Fue una manera más lúdica de emplear el sufijo "ik". Empezamos de una manera fría y cuando paramos me supo a poco, aprendimos a utilizar el sufijo y de paso me lo había pasado bien. En otra sesión, nos enseñó a indicar un camino, me resultó fácil. Habíamos dado las preposiciones y el verbo se dejaba en infinitivo. Qué bien, hablaba en euskara! Estaba indicando como ir de mi casa al sitio X. ¡Pues no! A algunos les parecía "hablar como los indios". Para ellos no era lo "normal", es decir que en su idioma conjugan los verbos, y les sonaba raro. Es difícil evitar las comparaciones de un idioma a otro, pero hay que aceptar el nuevo como "normal" para progresar. Es verdad que es complicado encontrar un texto con el tema gramatical que quieres enseñar. Unos van unidos a otros pero igual no entran en la programación del año. Como alumnos, somos muy exigentes. Lo queremos saber todo, rápidamente y de forma razonada. A veces la profesora contestaba a la pregunta ¿y esto qué es? O bien explicaba algo que ni utilizaríamos este año o contestaba:"porque es así", respuesta que nuestro espíritu cartesiano rechazaba. Nos entregó los objetivos del curso, según el Marco Común Europeo de las Lenguas, y reflejan lo que conseguiremos a final de curso. Queremos correr demasiado. Y no podemos olvidar que somos un grupo. Hay cosas que no se pueden explicar en el momento. Aparecen pero hay que seguir la programación y al fin y al cabo preparamos un A1. Conforme pasaban las sesiones, iba cambiando de sitio para trabajar con gente diferente, unos sabían más, otro menos, o unos eran más tímidos otros más abiertos. Quería saber si la experiencia podía ser diferente. Con los que sabían más la verdad no me esforzaba mucho, hacían los ejercicios más rápido que yo, no tenía tiempo para pensar. Bueno, cuando me tocaba corregir, quedaba bien con la profesora. Pero salía de clase con la impresión de haber aprendido la mitad. Así que cuando mis alumnos me dirán a partir de ahora que quieren estar en un nivel más alto porque van a aprender más rápido, escuchando a los demás…lo van a tener difícil. Con gente más tímida, o con tus mismos conocimientos te toca trabajar mucho, estar al 100%. Dudas de todo, si lo haces bien, o mal. La verdad, se trabaja a gusto, uno propone, comparas con el otro, intentamos corregir nuestros fallos, entender juntos. Con las actividades en grupitos la clase se hace más amena, más dinámica, pero tengo que reconocer que los momentos de reflexión y trabajo individual, la parte más tradicional de la clase son importantísimos a la hora de adquirir un nuevo concepto. Te enfrentas al idioma, tu solo, utilizas tu vocabulario para entenderlo. Estos últimos años, los métodos pedagógicos se centran mucho en las actividades de grupos, en hacer más lúdica la enseñanza. Un día cuando tocaba corregir, bajé la mirada, intentaba hacerme invisible, para que no me tocase hablar. ¡Peor, me toco leer! Qué vergüenza sentí. Lo vi hacer años en mis clases, y solía decir, "¡Qué tontería! Estamos aquí para aprender". ¡Y yo haciendo lo mismo! Si hay una cosa de la que estoy convencida, es que haciendo se aprende. Y deberes, hemos tenido: ejercicios para repasar, preparar vocabulario, repasar la unidad, redacciones…Creo que es lo que me ha valido para estar ala altura de las exigencias de la profesora, y a la altura de mis compañeros. Pero tampoco pedía, nada del otro mundo, lo visto en clase, seguir el ejemplo, nada que no supiésemos. Podría contar mucho más, pero no quiero aburrir tampoco con el tema. Solo que fue una experiencia que me obliga ahora a repensar la tarea de enseñar, y que me dio las ganas de seguir descubriendo ese idioma. Por ultimo, quiero agradecer a la jefa de estudios por darme esa oportunidad, a la profesora por transmitirme su pasión por el idioma, y a mis compañeros por ayudarme en mi aprendizaje. Y termino con ¡Poliki, Poliki compañeros! |