|
Si tuviera que hablar de una ciudad ideal hecha a escala humana, hablaría de Pamplona. Aquí hay paseos adonde los padres pueden llevar a los niños para jugar en cada barrio y parques donde tomar aire puro, admirar la belleza de las plantas y de las flores, hacer deporte en solitario o con amigos; aquí están los "Civivox", estructuras creadas para acoger a todo el mundo para leer, contar cuentos, pintar o escribir, escuchar conciertos o conferencias, en resumen un lugar donde recargar el ánimo y pasárselo bien.
Todo este conjunto está rodeado, además, de su patrimonio histórico-artístico, (el Casco Antiguo con su calles de piedra impregnadas de costumbres y tradiciones, la Ciudadela con su muralla medieval y sus iglesias llenas de religiosidad) y de su muy buena gastronomía (su solomillo, su bacalao, sus pimientos, su aceite de oliva, su vino tinto, su arroz con leche...). ¡Es una ciudad a la que no le falta de nada! (Por si no os habéis dado cuenta, ¡estoy contenta de vivir aquí!).
Para integrarme bien con el idioma ha tenido una importancia fundamental el curso de español para extranjeros de la EOIP.
Del nombre del curso al que estoy asistiendo llama la atención la palabra "extranjeros", una palabra quizás algo fuerte que puede adquirir a su vez el significado de "excluidos", pero aquí, en el curso, hacer referencia a las distintas nacionalidades (alemana, inglesa, franco-griega, brasileña, moldava, ucraniana, canadiense, estadounidense... y la mía propia, italiana) que llegamos a reunirnos cada lunes y miércoles.
Estar aquí me hace regresar a los tiempos de mis estudios en la universidad de Venecia, en Italia, cuando llegué a conocer a multitud de gente de fuera; la diferencia, ahora, es que una de esas personas de fuera soy yo y, como tal, también echo de menos las cosas pequeñas, a veces innecesarias, de mi país; jamás habría dicho que echaría de menos el gracioso teatrillo de la política italiana, por eso, he intentado encontrar aquí otro entretenimiento similar pero, de momento, no he tenido suerte; ¡no existe nada igual!
Rosanna Senise, 36 años, Arquitecta, Italia
|
|
Cuando llegué a Pamplona, estaba aterrada porque no conocía a nadie y era difícil hablar y entender la lengua… pero después de siete meses viviendo, trabajando y estudiando aquí.... ¡Me encanta!
En Escocia soy estudiante; estudio Castellano y Turismo en la Universidad. He venido a Pamplona para estar un año y durante este tiempo estoy trabajando y aprendiendo castellano. Soy lectora y enseño inglés en dos escuelas de Primaria.
En estos siete meses he aprendido un montón, no sólo la lengua, también la cultura y a tener independencia. Además, he conocido a muchas personas simpáticas que han sido muy pacientes conmigo y me han ayudado mucho cuando no hablaba apenas castellano. Ahora tengo amigos para siempre.
¡Creo que en julio será muy difícil abandonar Pamplona y a mis amigos para volver a Escocia!
Lynne Ross, 22 años, Auxiliar de Conversación
y Estudiante, Escocia
Cuando uno va a vivir a otro país la experiencia es muy diferente a cuando uno va de vacaciones para una o dos semanas. Hay que vivir sin familia, aprender una cultura nueva y hacer amigos nuevos; esto es especialmente muy difícil cuando no se conoce muy bien el idioma.
Cuando llegué aquí, en septiembre, todo era extraño: la comida, los jamones en los bares, los semáforos que "cuentan", el horario de trabajo, el que todas las tiendas cierren durante tres horas y si necesitas ir al banco a las cuatro, no puedes.
He tenido muy buenas experiencias durante los últimos siete meses; he viajado por toda España, he asistido a clases de aeróbic y bailes latinos, he hecho excursiones con mi colegio y he mejorado mucho mi castellano. Todas estas cosas me han ayudado a conocer a la gente de aquí y ahora tengo amigos que nunca voy a olvidar.
Me encanta mi vida aquí sin embargo, tengo que volver a Escocia para terminar mis estudios en la Universidad pero... primero voy a quedarme para ver las fiestas de San Fermín — también quiero nadar en las piscinas que están al aire libre porque no las tenemos en Escocia a causa del tiempo —. Aunque tengo muchísimas ganas de volver y ver a mi familia y a mis amigas, voy a echar mucho de menos Pamplona y, sobre todo, la gente que he conocido aquí.
Ami Cooper, 20 años, Auxiliar de Conversación
y Estudiante, Escocia
Empezar a vivir en España sin saber hablar castellano, sobre todo en Pamplona, fue muy difícil, especialmente al principio. Pero tal vez es el único camino para aprender un idioma rápidamente. La gente aquí es bastante amable sin embargo tienes que ser tú quien hable primero; de lo contrario, puedes estar solo hasta que termines tu estancia en Pamplona. De todos modos, hay bastantes extranjeros y como extranjero se puede vivir muy bien. Pamplona es además una ciudad muy europea y muy ordenada. Es una suerte que uno esté aquí porque tiene también la suerte de disfrutar de una fiesta de puta madre tan interesante como... San Fermín.
Cemal Kaya, 20 años, Comercial y Estudiante de Postgrado, Turquía
Vivir: cuando vine a España, en julio del año pasado, mis suegros "me dieron la bienvenida" con un plato de pulpo y calamares en su tinta (¡¡¡y yo que siempre había pensado que la tinta de esos animales era tóxica!!!) Incluso solo pensar en comer con mis suegros me hacía estar muerta de miedo… uff… ¡¡¡cuando toda la familia de mi novio Javier llegó…!!! Antes de ese encuentro, no sabía todavía que descubriría el pato y el conejito y, por supuesto, tanto ¡¡¡jamón!!! También pensaba que "jobar" era la palabra ofensiva "fuck" en inglés y, por eso, me sorprendía mucho escuchar cómo los españoles la "soltaban" tan a menudo; ¡¡¡peor que los americanos!!! Y yo le dije a mi novio: "¡Tu madre jura mucho!".
Vivir… También, día a día, para camuflarme con los españoles he perdido completamente el sentido del tiempo, claro... Pero, aún mi pelo de "escarola" me delata. Aquí, para mí, vivir significa: paseos (me gusta mucho andar por cualquier sitio), disfrutar de las distintas variedades de tés cada noche con mi novio, las comidas de mi suegra que me dan salud (y que tanto me engordan), chocolate, el juego con mis periquitos, Aikido, dibujar, etc. Trabajar: todavía menos de lo que en realidad me gustaría…, la limpieza de mi casa que es muy importante para mi novio y para mí, pensar en mi estudio (que me entusiasma), planificar mis clases de inglés para los niños, echar agua a mis plantas, etc…. Estudiar: castellano (que me encanta y que, gracias a su conocimiento descubro también, de otra manera, mis otros idiomas, el inglés y el francés), Aikido y Iaido con mi novio (disciplinas que me llenan de salud y de fuerza).
Estar con mi novio Javier y rodearme de su maravillosa familia me ofrece la posibilidad de vivir aquí sin ser de aquí.
Alexandra Gapihan, 26 años, Artista,
Francia-Estados Unidos
Lo que echo de menos de París
De París echo de menos los atascos, y la contaminación, y especialmente cuando aquéllos y ésta se juntan y así puedes disfrutar de ambos.
De París echo de menos la aglutinación de la gente en el metro, especialmente en los días de huelga, que son bien numerosos. Me acuerdo de que cuando era joven esos días viajaba entre dos vagones, como los dobles de las películas.
De París echo de menos el particular sentido del humor de la gente, que se permite burlarse de los demás aunque sean desconocidos.
De París echo de menos la permanente sensación de prisa, aunque la gente no tenga nada que hacer. Los parisinos consiguen no tener tiempo sin hacer nada.
De París echo de menos la omnipresencia de los trámites que han desvalorizado completamente la palabra de una persona y han llegado a ser imprescindibles en las relaciones entre vecinos, amigos e incluso familias.
De París echo de menos la suciedad de la gente que ha encontrado hoy en día, por fin, su justificación ecológica: el ahorro de agua.
De París echo de menos su machismo discreto, su racismo velado, su elitismo vergonzoso.
Pero, por encima de todo, echo de menos a París en sí misma porque es la más bella ciudad del mundo.
Un momento...
La tarde está bastante agradable ahora... la lluvia ha pasado... los contenedores de reciclaje se encadenan en el puente... muchachos con ropa de escalada atraviesan el arco del puente, hoy.
Realmente me gusta estar aquí...
Mira la realidad que me rodea aquí...
¡Gracias España!
Christopher Shaw, 37 años, Directivo de Empresas, Estados Unidos |