. Hay un idioma menos en el planeta
Textos de Wikipedia, BBC Mundo y Público (Manuel Ansede), compilados por Ziripot
 
Cada dos semanas muere el último hablante de un idioma en algún punto de la Tierra

 

 

 

 

La semana pasada falleció en Alaska Marie Smith Jones, un mujer de 84 años que fumaba como una chimenea. Con ella, se apagó un idioma. Smith Jones era la última hablante de eyak, una lengua utilizada durante siglos por los aborígenes del sur de Alaska.

Si no falla la estadística, la semana que viene morirá, en algún punto del mundo, otro último hablante. Los lingüistas asumen que en el próximo siglo desaparecerá el 50% de las 6.000 lenguas del planeta, lo que deja un balance de un idioma muerto cada dos semanas.

El fallecimiento de un idioma es proceso muy complejo, pero suele estar relacionado con la acometida de una lengua verdugo -como el inglés, el español o el árabe-, que irrumpe en los hogares tras la llegada de la televisión, un auténtico "gas nervioso cultural", según el lingüista Michael Krauss, que trabajó con Marie Smith Jones para rescatar el eyak. Unos pocos idiomas han acabado con la mayor parte de los 140.000 que han existido en la Tierra. En la actualidad, el 96% de la población mundial habla sólo el 4% de las lenguas.

Fósiles culturales
En el vórtice de esta gran extinción intelectual, los últimos hablantes se han convertido en mitos vivientes. En realidad, como explica el investigador del Instituto de Filología (CSIC) Ignacio Márquez, una lengua no muere con el último emisor, sino con el penúltimo: "La lengua del último hablante es un soliloquio". Puede morir, incluso, con el antepenúltimo. En noviembre del año pasado, dos ancianos mexicanos, los únicos parlantes de una variante del idioma zoque, dejaron de hablarse tras una pelea. Con el berrinche, sucumbió su lengua, desprovista de su principal función: comunicarse.

Es un caso aislado. Los últimos hablantes son conscientes de que son los únicos depositarios de la cultura de su pueblo. Como dice Márquez, "son una bendición, la última oportunidad de escuchar el sonido de una lengua". Muchos lo saben. Como el aborigen australiano Alf Palmer, que recibió a un lingüista japonés con una frase histórica: "Soy la última persona que habla warrungu. Cuando yo muera, la lengua morirá. Te enseñaré todo lo que sé, así que anótalo correctamente".


¿Quiénes son los Eyak?

(de Wikipedia, la enciclopedia libre)

Los eyak son una tribu amerindia del grupo na-dené, que se llamaba a sí misma Unalakmiut. Su nombre proviene del inuktitut chugach iiyiaraq "cuello", por la forma de lago que tiene la parte del río donde viven. Vivían en la costa del Pacífico sur de Alaska, entre la desembocadura del río Cooper y las montañas Saint Elies. Los supervivientes actuales viven en Prince William Sound (Alaska).

 

Demografía y costumbres
Se estima que en 1954 eran unos 200 individuos. En 1980 había unos 300. En la ciudad nativa Eyak únicamente el 8,3% de la población eran nativos de Alaska. Según datos del censo de los EUA del 2000, había 379 eyak, 21 mezclados con otras tribus, 144 con otras razas y 8 con otras razas y otras tribus. En total, 522 individuos.

Su lengua se considera del grupo na dené, pero no son atapascos. Vivían de la pesca del salmón y de recoger mejillones. Culturalmente tienen muchas influencias de los inuit, de los tlingit, y de los ahtena y tanainta. Se encuentran dentro del área cultural del Noroeste con influencia esquimal.

Historia
En 1741 fueron visitados en nombre de Rusia por el danés Vitus Bering. En 1791 establecen un puesto comercial en Nuchik, pero se negaron a pescar para los rusos. El primer informe sobre ellos data de 1869, Hyacks u Odiak. Entre ellos vivían algunos aleuts y tlingits.
En 1889 los EUA construyeron una envasadora de pescado en su territorio, y en 1906 llegó el ferrocarril. Quizás olvidados por el hombre blanco, fueron descubiertos en 1930 por Federica de Laguna e investigados por ella y por el danés Kaj Birket-Smith, autor del libro The Eyak Indians of the Cooper River Delta, Alaska (1938). Víctimas del genocidio y de la aculturación, únicamente encontraron 38 individuos capaces de hablar su lengua.

En 1961, Robert Austerlitz contactó con los tres últimos hablantes de la lengua: Anna Nelson Harry de Yakutat, Lena Nakctan de Cordova y Mari Smith (1918-2008), hija de Scar, último jefe eyak, y Minnie Setevens, que fueron los informantes de Laguna. En 1965 también fueron visitados por Krauss, quien publicaría en 1970 Eyak Dictionnary de 4.000 páginas y 10.000 términos traducidos al inglés, así como Eyak Texts de folklore y leyendas. Algunos de ellos, David Lynn Grimmes/Yaxadiliayaxinh, pescador, músico y contador de historias, y Dune Landark/Jamachakih, recogen tradiciones de su pueblo. Anna Nelson Harry escribió I·ya·qdalahgayu·,dati'q' lagada'a·linu· —Lament for Eyak.

Marie Smith
Se llamaba Marie Smith, tenía 84 años, vivía en Anchorage (Alaska), y era la última persona viva que hablaba con fluidez la lengua eyak, antiguamente compartida por todo un pueblo indio y ahora al borde de la extinción. Hace unos años se confesó, en inglés, a un periodista de Associated Press: «Es horrible estar sola». La única persona con quien Marie podía charlar en eyak
—tras la muerte, hace años, de su hermana—, era el lingüista Michael Krauss que desde los años sesenta trabaja sobre esta lengua nativa de Alaska en un intento extremo de preservarla.

El eyak, históricamente hablado al sur de la Alaska central, alrededor de la desembocadura del río Copper, forma parte de una de las ramas de la familia de lenguas piel rojas na-dene.

El pueblo eyak, un grupo ya en sus orígenes relativamente pequeño, sufrió, a partir de finales del siglo XIX, las presiones de los vecinos desplazados también a lo largo del Golfo de Alaska. En particular de los tlingit: su expansión provocó una especie de fusión pacífica entre ambas culturas. Las nuevas generaciones mixtas, en un proceso voluntario, prefirieron la lengua tlingit al eyak.

Luego llegaron los conquistadores europeos para explotar la pesca del salmón, trayendo consigo alcohol y enfermedades y privando a los eyak de su fuente de sustento (justamente el salmón). En 1900 ya sólo se contaban unos 60 eyak. Y para remate, el gobierno estadounidense decidió que las lenguas nativas ya no se debían utilizar.

Actualmente el pueblo eyak ocupa un pequeño territorio dentro de la ciudad de Cordova. Marie Smith era un símbolo: no sólo está comprometida en una batalla cultural para salvar su lengua y la identidad de su pueblo (los eyak son hoy cerca de 50), sino también en una lucha am- bientalista para defender la integridad de su tierra natal por parte de quienes quieren explotar sus recursos naturales dañan- do el hábitat de los salmones. Hábitat ya dañado por otra parte a raíz del desastre de la Exxon Valdez en 1989, cuando el petrolero se encalló en el estrecho del Príncipe William y vertió al mar de Alaska más de 38.000 toneladas de petróleo.

La defensa de la lengua y de la cultura pasa tam- bién por la defen- sa de la tierra y viceversa.

Es urgente una ecología lingüística
El lingüista inglés David Crystal, autor de La muerte de las lenguas, pide un movimiento social para evitar la extinción de los idiomas

"Imagine qué puede ocurrir si el inglés continúa creciendo al ritmo al que lo ha hecho. Quizás llegue un día en que sea la única lengua que pueda aprenderse. Si esto llega a suceder, será el mayor desastre que habrá conocido el planeta en toda su historia". Esto escribía el lingüista David Crystal (Lisburn, Irlanda del Norte, 1941) a comienzos de 1997, en el diario The Guardian.

El autor inglés se ha convertido en un estandarte del multilingüismo. En su libro La muerte de las lenguas (Cambridge, 2001), Crystal da cinco razones para salvar las lenguas. "Porque necesitamos la diversidad y porque las lenguas expresan la identidad, son depositarias de la historia, contribuyen al conocimiento humano y son interesantes por sí mismas", asevera.

¿Cómo llega una lengua a tener un único hablante?
Hay unas 50 ó 60 lenguas en el mundo de las que sólo queda un último hablante, según el catálogo de lenguas Ethnologue . Es un proceso natural, que llega cuando la generación anciana muere y no consigue transmitir su lengua a los jóvenes. Esto es lo que ha pasado con Marie Smith Jones, cuyos hijos sólo aprendieron inglés. Afortunadamente, la documentación sobre la lengua eyak es lo suficientemente abundante como para poder resucitarla, si las generaciones futuras lo desean. Este tipo de procesos de resurrección lingüística ha ocurrido varias veces.

¿Es necesario un movimiento para salvar las lenguas similar al ecologismo?
Una ecología lingüística es tan urgente como la biológica. La diversidad lingüística es un bien básico del ser humano. Cada lengua expresa una visión del mundo y qué significa ser humano, y cada lengua perdida implica la pérdida de una de estas visiones. Los argumentos son exactamente los mismos que aquellos utilizados en el ámbito de la conservación de plantas y animales, salvo que aquí hablamos de diversidad intelectual.

¿Hay lenguas verdugo que están borrando del mapa el resto de las lenguas?
Cualquier lengua dominante es una amenaza potencial para las lenguas minoritarias cercanas. En algunas regiones de África, las lenguas minoritarias están amenazadas por las dominantes, como el suajili o el árabe. El inglés ha sido la lengua más poderosa en algunos lugares, como Australia. En otros, ha sido el español, como en la mayor parte de Suramérica. Pero no me gusta emplear palabras como verdugo, sobre todo cuando hablamos de personas que utilizan estas lenguas para tener una mejor calidad de vida. La gente no escoge la ejecución.