Preguntas desde el aula..

. El aula y la vida real

 

Michael McGrath (Profesor del Dpto. de Inglés) mmigrath@pnte.cfnavarra.es

La actividad del aula debería reflejar los procesos que empleamos en situaciones fuera de ella

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Una alumna de 2º (no ha dicho de qué idioma pero, en realidad, no importa tanto) hace la siguiente reflexión: "¿Por qué tenemos que hacer tantos juegos de rol en clase, por ejemplo, imaginando que estás en una tienda devolviendo un artículo que resulta defectuoso: Lo pasamos bien porque hace la clase más divertida pero tengo la sensación de que se pierde demasiado tiempo. Algunos compañeros hablan mucho, otros también, pero en castellano, y otros no hablan. Podríamos, creo yo, dedicar más tiempo a aprender gramática, vocabulario...

Una reflexión interesante que plantea varias cuestiones. La primera, es un concepto fundamental que recoge El Marco Común de Referencia Europeo pero investigado anteriormente por lingüistas tales como Duff, Nunan, Prabhu y Rivers y es la relación entre lo que se hace en el aula y lo que pasa en la "vida real." (aunque eso no quiera decir que el aula sea irreal). Como observa David Nunan, hay una serie de actividades o tareas que se llevan a cabo en el aula que se justifican en términos "de la vida real" o en términos "pedagógicos." Las actividades de la primera categoría requieren a los alumnos realizar un tipo de "ensayo" para lo que les espera fuera del aula mientras las de la segunda, tienen poco que ver con la "vida real." La justificación de hacer actividades que se centran en cómo funciona el idioma objeto de estudio (más que en su utilización para lograr un objetivo comunicativo) se deben a la psicolingüística. Es decir, aunque los alumnos lleven a cabo actividades que tienen poco que ver con la vida real, se cree que tales actividades o tareas estimulan los procesos internos de adquisición de la L2. Estoy de acuerdo con esto si son apropiadas para el alumno y para el momento y el contexto de aprendizaje en que se encuentra. De todas maneras, no debería haber una distinción tan marcada entre una y otra categoría.

Ciertamente, en la vida real, no vemos parte de un programa de televisión en casa para luego contestar 6 preguntas en una hoja. De hecho, la actividad del aula debería reflejar los procesos que empleamos en situaciones fuera del aula. En el caso de la comprensión lectora, por ejemplo, nos podemos imaginar llegar a casa y encontrar en el buzón un papel con información y hacemos una lectura rápida para una tener una idea global del mismo y parar saber si merece la pena guardarla; al coger el periódico, nos fijamos en un titular "accidente aparatoso..." Inconscientemente, nos hacemos unas preguntas para sacar las ideas principales del artículo ¿dónde?, ¿cómo?, ¿quién? Ya en casa, seguimos leyendo el informe elaborado por un colega sobre un asunto profesional de gran interés y lo leemos con cuidado, fijándonos en los detalles. La práctica del aula, refiriéndonos a la comprensión lectora en este caso, debería tener en cuenta estas numerosas "micro" destrezas en vez de centrarse simplemente en una. Y lo mismo va para la expresión oral. Actividades que se centran en aspectos de fonología o en algunas funciones (cómo cambiar de tema, cómo pedir una aclaración) para citar dos ejemplos, quedarían un poco cojas si no hay oportunidad de practicar lo estudiado en situaciones menos predecibles que "imitan" la vida real.

Así que, en principio, parece que las dos maneras de contemplar la L2 tienen cabida en el aula. Pero es fundamental que, en los dos casos, se cumplan una serie de condiciones: Las actividades planteadas se centran en el alumno y en sus necesidades; le ayudan a participar plenamente; son prácticas (es decir, el alumno ve claramente por y para qué se hace tal cosa y ve que le sirven); forman parte de una secuencia o un proceso continuo (no una actividad excepcional para hacer la clase más divertida). En cuanto a la implicación de los compañeros de clase, el hablar o no en la L2 tiene mucho que ver tanto con la madurez del alumno y su nivel de autoestima como con la misma actividad (p.ej. si está bien diseñada y cumple con los objetivos marcados). Creo que cada alumno debería intentar aprovechar todas las oportunidades que se le presentan para practicar el idioma que está aprendiendo. Sinceramente, pienso que si un alumno no entiende el porqué de una actividad o que cree que se está "perdiendo el tiempo" (como dice esta alumna de 2º), debería tener la confianza para pedir al profesor una explicación que le ayude a involucrarse más en ella.

Espero que estas reflexiones te hayan servido. Sólo queda decir "Suerte" en los exámenes (pero, claro, ¡la suerte hay que buscarla!) y que lo paséis muy bien este verano.