La motivación,.
.la edad y el tratamiento del error en la metodología del aula

Texto: Juan José Cogolludo · Vicedirector

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Son muchos los factores que intervienen en la práctica docente del aula, sin embargo, en este breve artículo se presentan algunos de estos aspectos básicos que inciden directamente en la enseñanza-aprendizaje, cuales son: la motivación, la edad y el tratamiento del error. Asimismo se hace una escueta introducción sobre aspectos de metodología y el enfoque comunicativo.

En la actualidad los principios pedagógicos generales se basan en una metodología eminentemente ecléctica, (se adoptan técnicas de métodos distintos) en la que cabe destacar el enfoque comunicativo. Este enfoque se desarrolló a partir de finales de los 70 del siglo pasado y se caracteriza por poner el énfasis en la finalidad comunicativa de la lengua, dándose así, por primera vez, la prioridad a la forma oral y centrándose principalmente en aspectos suprasegmentales.

Entre finales de los 80 y en los 90 se desarrollan los llamados "enfoques por tareas". La persona no sólo se comunica en lengua extranjera, (LE) sino que "hace cosas" con ella. Es algo parecido a lo que el Marco común europeo de referencia para las lenguas, (MCER) sostiene cuando dice que el enfoque adoptado se centra en la acción y en el uso de la lengua, que incluye el aprendizaje. El ciudadano utiliza la lengua como instrumento para llevar a cabo tareas reales. Por lo tanto, la idea del aprendizaje de la lengua como código formal queda desterrada, es decir, ya no es el centro de atención.

 

Uno de los aspectos fundamentales, por su efectividad, del enfoque comunicativo es el conocido por el nombre de vacío de información, –information gap, en inglés- situación en la que una persona tiene que, mediante varias interacciones interpersonales de carácter transaccional, en las que predomina un intercambio deeee información, y cuyo propósito es averiguar los datos relevantes que precisan para poder alcanzar o llevar a cabo unos objetivos comunicativos, bien en el microcosmos del aula, bien en situaciones cotidianas del mundo real. Así mismo, la motivación en este tipo de actividades es alta pues los alumnos están ansiosos por hablar porque tienen un interés en el tema en cuestión y tienen algo nuevo que decir sobre dicho tema. Esta técnica también podría resultar muy útil en el aprendizaje por tareas.
En el caso de la pronunciación, la finalidad del aprendizaje no es llegar a adquirir la de un nativo, sino capacitar a los estudiantes para que ésta no coarte la capacidad de comunicarse.

En definitiva, lo importante es que el alumno adquiera una capacidad comunicativa y una variedad de pronunciación de un modo sistemático y coherente, que le sirvan para comunicarse de manera "cómoda", con hablantes de otras variedades. (MacCarthy, 1978).I. Breve descripción del concepto de método

Es conveniente precisar el concepto de método, al que vamos a relacionar con los de enfoque y técnica tal y como exponen Richards y Rodgers (1986) siguiendo la definición de Anthony (1963), según la cual un enfoque constituye un conjunto correlativo de postulados que tienen que ver con una interpretación del aprendizaje y la enseñanza de la lengua. Se puede describir como un marco dentro de cuyos márgenes pueden tener cabida más de un método.

Podríamos decir que un método es un plan general para presentar de manera organizada la materia lingüística de la lengua objeto de estudio y se ajusta a los postulados del enfoque. Anthony afirma que el enfoque es de carácter axiomático y el método es de procedimiento, mientras que una técnica se puede describir como una estratagema o una invención utilizadas para conseguir un objetivo inmediato, (Richards y Rodgers, 1986:15) y que las técnicas deben estar en relación con un método y, por tanto, en armonía con un enfoque.

Richards y Rodgers consideran que el modelo de Anthony permite comprender de modo claro y comprensivo las relaciones entre los principios teóricos subyacentes y las realizaciones prácticas basadas en ellos pero creen que no presta la suficiente atención al papel que en cualquier método juegan los profesores y alumnos o los materiales de enseñanza ni a cómo han de ser éstos.

Estos autores, siguiendo la estela de Anthony, proponen un modelo más amplio para el análisis de enfoques y métodos que incorpora la distinción entre los niveles de diseño y de procedimiento; para ellos un método está relacionado teóricamente con un enfoque, viene determinado desde el punto de vista de la organización por un diseño, y se lleva a cabo en la práctica mediante un procedimiento.

Finalmente, Snow (1991), que sigue el modelo de Richards y Rodgers, resume que el enfoque es el conjunto de principios, puntos de vista y teorías acerca de la naturaleza de la lengua y del modo cómo se aprende que constituye el armazón teórico y que orienta la práctica docente.

El concepto de diseño tiene que ver con la relación de esas teorías sobre la lengua y el modo cómo se aprende una L2 con la forma y la función de los materiales de enseñanza, así como de las actividades de enseñanza.

El concepto de procedimientos hace referencia al conjunto de técnicas de clase y prácticas que son el resultado del enfoque y el diseño. II. La motivación

"La motivación es el primer factor de predicción de éxito en el aprendizaje, antes que la habilidad específica para las lenguas." (Gardner, 1985)

Está demostrado mediante numerosos estudios, así como empíricamente, que el aprendizaje cognitivo de una lengua se fundamenta y articula sobre tres ejes principalmente, a saber:

1) el input, es decir, todas aquellas muestras lingüísticas a las que es sometido el alumno.

2) el output, esto es, la propia producción y práctica que realiza el alumno con el idioma meta.

3) la motivación

En este artículo, lo que nos interesa es el aprendizaje de lenguas, no obstante, este triángulo se puede extrapolar a muchos otros tipos de aprendizaje.

De entre estas variables la más difícil de controlar es la motivación (y no es la menor en importancia) que los alumnos tengan por llegar a un dominio suficiente de la LE/L2. Existen varios tipos de motivación según Gardner y Lambert (1972): intrínseca y extrínseca, integradora e instrumental, considerando la motivación intrínseca e integradora como la de mayor potencial para alcanzar las mejores cotas de dominio en la lengua objeto de estudio.

En líneas generales las dos primeras (intrínseca y extrínseca) hacen referencia al origen de la motivación, íntima y personal o por influencia del entorno; las dos últimas (integradora e instrumental) responden, respectivamente, a un interés del alumno por formar parte de la comunidad de hablantes de la LE/L2 o por utilizar la LE/L2 sólo como instrumento.

La motivación instrumental implica una actitud de afecto hacia el aprendizaje de la lengua por la utilidad que supone conocerla, como lograr un mejor empleo y abrir el horizonte de mayores oportunidades. La motivación integradora entraña una actitud de afecto hacia el aprendizaje de una determinada lengua por motivos de simpatía hacia el país o la cultura relacionados con ella. Esta motivación incluye una mentalidad abierta, lo que se traduce en una apertura y aceptación de lo que es distinto a nosotros así como la firme voluntad de integración en una sociedad y cultura distintas.

En cualquier caso, la motivación más importante y crucial es la autoestima, es decir, cada experiencia de éxito es una experiencia de autorrealización. Esta fuerza, que crece y se alimenta en la medida en que vamos consiguiendo nuestros fines y objetivos es la más poderosa de todas.

La mayoría de nuestros alumnos son adultos y nuestra enseñanza va encaminada a dotarles tanto de las herramientas conceptuales como de las estrategias necesarias para que ellos puedan valerse autónomamente en situaciones de comunicación reales, por lo que no somos educadores en strictu sensu sino otro tipo de personal docente, es decir, profesores cuya función principal es la de gestionar y dirigir el proceso de enseñanza-aprendizaje, con el alumno como actor principal de este proceso.

Se debería procurar, en la medida de lo posible, que la lengua vehicular en el aula sea la lengua objeto de estudio, inclusive en los niveles más bajos ya que en muchas ocasiones los alumnos sólo disponen del input que reciben en la clase. No obstante, no es menos cierto de que el enfoque comunicativo también postula el empleo del primer idioma cuando el alumno se beneficie de ello. Esto sólo es posible cuando la clase es homogéneamente monolingüe.III.

La edad
Este tema ha sido y sigue siendo muy debatido en la actualidad pero ningún estudio parece ser concluyente. Sin embargo, se trata de una cuestión de suma importancia por cuanto tiene implicaciones directas en la organización de nuestra enseñanza. Sí parece haber quedado demostrado que la L2 se aprende de una forma más natural a una edad temprana y que a una edad más avanzada se aprende más rápidamente.

Harley (1986) concluye que hay diversas variables que influyen en el aprendizaje de una L2, como son: el grado de madurez cognitiva, la motivación antes aludida, la frecuencia y naturaleza de la L2, input, y la oportunidad de poner en práctica la L2.

Por otro lado, Carroll (1975) sostiene que lo único verdaderamente importante es el tiempo dedicado al aprendizaje, por lo que no importa tanto cuándo se empieza a estudiar dicha lengua.

En cualquier caso, Lenneberg, (1966) afirma que la adolescencia es la mejor edad para el aprendizaje de la morfología, la sintaxis y el léxico.

Por último, Krashen et al. (1979) en su revisión de distintos trabajos de investigación sobre la edad concluyen que los adultos y los niños mayores en general adquieren la segunda lengua de forma más rápida que los niños más jóvenes (la madurez está relacionada con la velocidad de adquisición) mientras los estudiantes más jóvenes generalmente conseguirán un nivel superior en términos de competencia. (Por lo que los estudiantes que inician el estudio de la L2, más en la infancia que en la adolescencia conseguirán una mejor competencia y actuación).

La enseñanza en las Escuelas Oficiales de Idiomas va orientada hacia una población adulta, de hecho, la nueva LOCE sitúa la edad mínima en los 16 años para poder estudiar la lengua que han tenido los escolares como lengua extranjera principal en la ESO.

Por todo lo anterior sería de una gran utilidad en el terreno práctico que nosotros, profesores, como promotores y gestores de la enseñanza de nuestros alumnos, reflexionemos sobre la distinta tipología de alumnado que tenemos en nuestras aulas ya que los grupos suelen presentar una composición bastante heterogénea en cuanto a edades, incluso en los niveles más avanzados. Este punto influirá a la hora de determinar ciertas decisiones, a saber: libros de texto, actividades, nuestro papel en la motivación, el tratamiento de los distintos estilos de aprendizaje, el tratamiento del error y cuantas otras decisiones se tengan que tomar de una forma empírica, por ejemplo, cuando a pesar de haber preparado el diseño de la clase con esmero vemos que unas determinadas actividades o tareas no funcionan, nos vemos en la obligación de improvisar como grandes actores que somos todos los profesores.IV. El tratamiento del error

Es conveniente potenciar el enfoque comunicativo distinguiendo entre las competencias lingüística y comunicativa, pues la primera pone la atención en la precisión y corrección de la producción y la última pone el énfasis en la fluidez, de ahí que tengamos que ser más flexibles en el tratamiento del error, que forma parte inherente del propio procesamiento y asimilación de la lengua, y por lo tanto merece todo nuestro interés y atención; distinguiremos entre el error (inconsciente) y la falta (consciente).Los errores y las faltas

Los errores son debidos a una interlengua, representación simplificada o distorsionada de la competencia meta. Se trata de un proceso sistemático y que es, además, inestable por cuanto se encuentra en continuo cambio.

Larry Selinker (1972) afirma que dicha interlengua es un comportamiento transitorio entre la L1 y la L2. Por otro lado, Burt Dulay (1982) dice que podría parecer que los errores proceden de la L1, pero también se pueden considerar de "desarrollo" porque cuando los niños aprenden la lengua materna producen las mismas construcciones. Cuando el alumno comete errores, su actuación concuerda verdaderamente con su competencia, la cual ha desarrollado características distintas de las normas de L2.

Las faltas, por otro lado, se dan en la actuación cuando un alumno (como podría ocurrirle a una hablante nativo) no pone en práctica adecuadamente sus competencias. (MCER, 2001)

No siempre es fácil distinguir entre error y falta precisamente debido a la interlengua, el dialecto del alumno, porque como ya hemos dicho es variable. El alumno puede utilizar correctamente una estructura o construcción en una tarea concreta y, sin embargo, podría hacerlo incorrectamente en otras.

Se incluyen algunas de las múltiples y distintas actitudes que se pueden adoptar respecto a los errores y las faltas de los alumnos, a saber:

- Los errores y las faltas demuestran la voluntad que tiene el alumno de comunicarse a pesar del riesgo de equivocarse;

- Los errores son el producto inevitable y pasajero de la interlengua que desarrolla el alumno;

- Las faltas son inevitables en cualquier uso de la lengua, incluyendo el de los hablantes nativos;

- Las faltas que son sólo simples deslices se deberían pasar por alto, pero los errores sistemáticos deben erradicarse;

- Se deben corregir los errores sólo cuando interfieren en la comunicación y corran el riesgo de fosilizarse.

- Los errores se deberían aceptar como «interlengua de transición»

En definitiva, es importe evitar que los errores queden fijados permanentemente como si se trataran de formas correctas (fosilización). El alumno, por mucho nivel que haya adquirido, no es consciente de que tal o cual formas son incorrectas, por lo que identificar y erradicar el problema podría no ser fácil.

BIBLIOGRAFÍA
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Carroll, J.B. (1975). The Teaching of French as a Foreign Language in Eight Countries. (Inter- national Studies in Evaluation). John Willey & Sons.
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Dulay, H., M. Burt, and S. D. Krashen (1982). Language Two. New York: Oxford University Press.
Gardner, R. (1985). Social Psychology and Second Language Learning: The Role of Attitudes and Motivation. London: Edward Arnold.
Gardner, R. & W Lambert (1972). Attitudes and Motivation in Second Language Learning. Rowley, MA: Newry House.
Harley, B. (1986). Age in Second Language Acquisition. Avon: Multilingual Matters Ltd.
Krashen, S.D. et al. (1979). "Age, rate and eventual attainment in second language acquisition". TESOL Quarterly 13: 382-573.
Lenneberg, E. (1966). The natural history of language. En F. Smith y G.A. Miller (eds), The genesis of language. Cambridge: M.I.T. Press.
MacCarthy, P. (1978). The Teaching of Pronunciation. Cambridge: Cambridge University Press.
Richards, J.C. & T.S. Rogers (1986). Approaches and Methods in Language Teaching. Cambridge: Cambridge University Press.
Selinker, Larry (1972) Interlanguage. IRAL, 10, 209- 231 (Reprinted in Jack C. Richards, ed., Error Analysis: Perspectives on Second Language Acquisition, 1974, London: Longman, 31- 54.)
Snow, M.A. (1991). "Content-based instruction: A met- hod with many faces". Georgetown University Round Table on Languages and Linguistics.