El txoko del Autoaprendizaje.

.Preguntas desde el aula

Texto: Michael McGrath · Profesor del Dpto. de Inglés
 

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Desde hace varios cursos va apareciendo en "Vox Populi" la sección "El txoko del autoaprendizaje" en la cual he pretendido ayudar al alumnado a familiarizarse con varios aspectos del estudio y práctica de la lengua meta fuera del aula (p.ej. la organización del vocabulario, las estrategias que se pueden emplear a la hora de leer un texto auténtico o de producir un texto escrito, etcetera). Siempre he creído que el trabajo que se hace de manera autónoma debe estar muy relacionado con lo que se hace en clase (trabajo anterior y posterior a la audición de un texto para la comprensión oral, el buen uso del diccionario, del cuadro fonético, oportunidades para hacer conjeturas, hipótesis etc.)

En los próximos números, me gustaría "volver al aula" y, con vuestra ayuda, tratar algunas cuestiones que suelen surgir cuando nos fijamos en las actividades y experiencias de aula. Así que empieza una nueva sección "Preguntas desde el aula" cuyo objetivo es ayudar al lector a reflexionar y a entender el por qué de las cosas que se hacen y, por consiguiente, buscar los medios para mejorar su aprendizaje.

 

Para empezar, vamos a tratar el tema de la corrección de los errores en la expresión oral y el trabajo oral por grupos, basándonos en las siguientes preguntas: "¿Por qué, cuando hablamos, algunas veces mi profesora nos corrige y otras veces, no? Yo oigo a mis compañeros meter la pata hasta arriba y ella no dice nada." "¿Por qué hacemos tanto trabajo en grupo? ¡No quiero oír los errores de otros!"

La práctica de la corrección dentro del aula es un fenómeno muy diversificado y complejo. Quiero abordar esta cuestión desde varios enfoques. Pero antes de entrar en materia, es importante dejar algunas cosas claras. Primero, el error es intrínseco a cualquier proceso de aprendizaje. Esta premisa sugiere claramente que cualquier estrategia de aprendizaje que pretenda evitar el error es contraproducente. Hay que ver el error desde un prisma positivo. Un error es una oportunidad para aprender. El alumno que nunca comete errores nunca aprende. Segundo, algunos teóricos hacen una distinción entre lo que es un "error" y un "fallo"(o un lapsus, p.ej. "Yo poní el dinero, digo, yo puse el dinero...") mientras otros opinan que es una distinción poco convincente. En este artículo, por varios motivos, no voy a insistir demasiado en ella.

Es importante ser consciente de qué tipo de error hablamos y el tipo de actividad en que aparece. A veces los profesores creamos actividades muy controladas en las cuales pretendemos que los alumnos produzcan ejemplos lo más parecidos a un modelo establecido. Dichas actividades se crean para reforzar la precisión; la producción de ejemplos correctos. En este caso, quizá, la corrección es más obvia. Por otro lado, hay otras actividades, menos controladas por el profesor, que fomentan la fluidez, es decir, cuando los alumnos hablan para utilizar la lengua meta para hacer algo (convencer a alguien de algo, buscar información, comparar datos etc) En este caso, igual el profesor ni siquiera interviene. A lo mejor, va tomando apuntes mientras hablan los alumnos (tales apuntes pueden referirse a un gran abanico de observaciones sobre, por ejemplo, la organización del aula, el grado de participación de los alumnos, las dificultades que encuentran los participantes, el lenguaje que les puede resultar útil etc. ¡No sólo apuntamos los errores!).

Y hablando de los errores, de ¿qué tipo hablamos? ¿Los gramaticales? ¿Los léxicos? ¿Los fonéticos y fonológicos? ¿Los que se refieren al registro? ¿Cuáles? A veces, esta cuestión puede influir en la decisión por parte del profesor de corregir o no. Si mis alumnos de segundo de inglés están llevando a cabo una actividad tipo "role-play" en la cual van conociendo a gente en una fiesta, quizá quiero fijarme en su pronunciación, especialmente en la entonación, las correcciones que hago estarían únicamente encaminadas a esos aspectos.

Otro factor a tomar en cuenta es la "gravedad" del error. ¿Merecería la pena corregirlo? Una manera muy interesante de tratar este tema es desde el punto de vista de los nativos (no profesores), los profesores de idiomas nativos y los profesores no nativos. Las siguientes observaciones están basadas en la investigación llevada a cabo por Davies, Lascaratou y Sheorey y mi opinión, basada en muchos años trabajando tanto con profesores nativos y no nativos, coincide en gran medida con sus conclusiones. Por lo general, los nativos tienden a utilizar únicamente un criterio para medir la gravedad del error –la comprensibilidad. Si no entienden o tienen muchísimas dificultades en entender el error es serio. En el caso del no nativo, el criterio más importante es "lo básico" de la regla infringida (p.ej "Nik hogei urte naiz" en euskara o "Je suis vignt ans" en francés o "I have twenty years" en inglés, podrían considerarse errores graves (obviamente teniendo en cuenta la tipología del alumnado). Este criterio está muy relacionado con la importancia que tiene el lenguaje correcto dentro de un programa formal de estudios y la percepción que tienen algunos docentes y alumnos del papel del profesor dentro del aula.

Relacionado con el qué corregir es el cuándo corregir. La investigación llevada a cabo por Tomasello y Herron observa que aquellos alumnos que, en situaciones creadas por el profesor que les inducían a llevar a cabo una interacción y a cometer errores (sobre todo en cuanto a la "generalización demasiada amplia" de una regla) estos alumnos rendían mucho mejor posteriormente en la utilización de estas estructuras si se les corregía en el acto y si se les proporcionaba más información sobre el error cometido. Cabe destacar, además, que lo hicieron mucho mejor que aquellos alumnos a quienes se les había enseñado las reglas más importantes junto a las excepciones antes de participar en actividades para producirlas. En lo que se refiere a la cuestión de cuándo hay que corregir, se puede decir que un error no indica nada más que las hipótesis que van haciendo los alumnos sobre la lengua meta y hay teóricos (p.ej. Ellis) que opinan que la corrección consciente o explícita NO puede cambiar el proceso natural de adquisición. Algunos profesores, en algún momento, habrán pensado "No merece la pena corregir esto porque el alumno no está preparado todavía para asimilar dicha estructura, dicho léxico etc."

Pero una cosa sí está clara: muchos alumnos quieren saber cuándo han cometido un error. Por razones obvias no se puede, ni se debe, corregir todos los errores que van saliendo en una actividad. La corrección puede ayudarle al alumno a mejorar con tal de que esté basada en un criterio fundamentado, se haya hecho en un contexto comunicativo y significativo y vaya acompañada de algún consejo o alguna estrategia útil para que el alumno busque medios para mejorar su expresión. Si se trata de una corrección innecesaria, poco le servirá a la persona que ha cometido el error. La corrección por sí no siempre ayuda al aprendizaje. Curiosamente, los profesores corrigen a menudo porque ellos mismos y sus alumnos lo consideran como uno de los aspectos más importantes de su papel como docente.

Para acabar, vamos a tratar la expresión oral desde la perspectiva del trabajo en grupo y la preocupación de algunos alumnos de que los errores ajenos se pueden "contagiar." Antes de hablar de los errores ajenos, quizá es importante destacar algunas características del aprendizaje cooperativo o en grupo reducido en aulas de idiomas. Varios estudios destacan el hecho de que los alumnos escuchan y producen mucho más cantidad de lengua de lo que es posible en un aula donde los alumnos esperan su turno poco frecuente con el profesor. El trabajo en grupo en L2, reduce considerablemente la intervención del profesor. (Se estima que en una clase "tradicional", según Goodlad, el profesor habla entre el 60 y un 75 por ciento del tiempo disponible). Parece que el trabajo en grupo funciona mejor con algunas tareas de la expresión oral en el aula que con otras. Actividades tales como las que incluyen un "hueco de información" requiriendo así un intercambio de información entre los participantes suelen resultar más efectivas que las del tipo "debate" o "discusión" que tienden a favorecer a aquellos alumnos que se imponen a los demás.

Parece normal que en las aulas donde todos los alumnos comparten al menos un idioma in L1, el mejor dominio en L2 de los alumnos se relaciona más con la interacción con el profesor que con sus iguales. Por otro lado, hay estudios (Pica et. al.1993) que observan que es muy poco frecuente la incorporación de los errores de otros en la propia producción. En el caso de la influencia o no de los errores de otros alumnos, yo diría que depende mucho del contexto del aula; de las edades de los alumnos, su nivel de autoestima y su madurez, la tipología lingüística del grupo y la metodología utilizada, entre otras cosas.

El aprendizaje de un idioma requiere mucho más que el dominio de estructuras correctas. Como se ve, hay diferentes tipos de error y varias maneras de corregirlos. Personalmente, no estoy muy convencido de la eficacia de la corrección en el aprendizaje de segundas lenguas. Los errores forman una parte natural e intrínseca de este aprendizaje. Creo que es muy importante, en actividades de aula para practicar la expresión oral, animar a los alumnos a experimentar, usar más la intuición y correr más riesgos. Al fin y al cabo, esto tendrían que hacer cuando se encuentran fuera del aula y sin el profesor. Si quieres que trate alguna cuestión en esta sección o si quieres dar tu opinión sobre lo que lees aquí, déjame tus preguntas u observaciones en el departamento de inglés. ¡Esta sección depende de ti!.