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La proliferación
de enfoques y métodos es una característica fundamental
en la enseñanza y aprendizaje de segundas lenguas y lenguas
extranjeras.
Este artículo pretende dar un breve repaso de los últimos
25 años de la enseñanza de idiomas a adultos destacando
los enfoques y las metodologías más relevantes y al
final haré una reflexión sobre la práctica
del aula. Sería conveniente clarificar lo que se entiende
por enfoque y por método antes de
entrar en materia. El enfoque es el nivel en el que
se especifica los supuestos y creencias sobre la lengua y su aprendizaje.
El método es el nivel en el que se pone en práctica
la teoría y en el que se toman las decisiones sobre el contenido
que se enseña. Quizá los y las que leéis este
articulo queráis ir comprobando si se hace referencia a algún
método que se ha utilizado cuando habéis estado presentes
en el aula como alumn@s. (Por cierto, me referiré al alumnado
en masculino y al profesorado en femenino porque, a veces, intentar
ser políticamente correcto resulta algo fastidioso).
Aunque parezca
sorprendente, existe otra vida fuera de las aulas y el año
1.978 (hace 25 años) vio nacer a Louise Browne, la primera
niña probeta. Menachem Begin (el primer ministro de Israel)
y Anwar Sadat (el presidente de Egipto) recibieron el premio Nobel
de la paz por sus esfuerzos en el proceso de paz en el Oriente Medio
y el petrolero Amoco Cadiz se partió en dos, vertiendo 50.000
toneladas de petróleo en el Canal de la Mancha. Alguna vez,
algunos iluminados dijeron que la historia se repite.
Pero ¿qué pasaba dentro del aula de los idiomas? Según
los expertos y los que observan el proceso de aprendizaje a una
distancia segura, tenía lugar una pequeña revolución.
Hasta los últimos años de la década de los
setenta, había métodos basados en el lenguaje (por
ejemplo, los métodos audiolingúísticos) que
pretendían facilitar a los alumnos oportunidades para practicar
estructuras (preseleccionadas y ordenadas según la dificultad)
a través de ejercicios basadas en la corrección formal,
Se creía que así se llegaría a un dominio de
la segunda lengua. La tarea de la profesora sería la de presentar
estructuras gramaticales una por una (con el léxico pertinente)
haciendo al alumnos practicarlas, evitando los errores, hasta asimilarlas.
En este contexto, me acuerdo, no sin cierto cariño, de la
primera frase que aprendí conscientemente en castellano.
La sala de la casa es mi grande. En la sala hay un gato.
Una frase correcta y además, muy útil ¿no?.
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Sin embargo,
a finales de los 70 se vio un cambio de rumbo y, poco a poco, las
metodologías basadas en el propio alumno empezaron a aparecer.
Dichas metodologías se ubicaban bajo el mismo nombre: el
Enfoque Comunica-tivo. Dentro de este enfoque, la corrección
tiene menos importancia que la fluidez y la comunicación
engendrada. Los errores representan un indicador útil de
una etapa de aprendizaje o de interlenguaje y es muy
importante admitirlos. El enfoque comunicativo da mucha importancia
a la interacción. La profesora crearía situaciones
en el aula en las cuales los alumnos interactuan, intercambiando
la información necesaria para llevar a cabo una tarea determinada.
Aquí no tienen cabida las preguntas tipo: ¿Qué
es esto? dice la profesora con un lápiz en la mano.
(¡Es un lápiz!) Se creía que utilizar
el idioma para hacer algo conduciría al dominio de la segunda
lengua. La aparición del enfoque comunicativo, otorgando
el protagonismo a los alumnos iba en paralelo con otras que también
enfatizaban el papel del alumno. El Enfoque Natural
(Krashen/Terrel 1.983) es un ejemplo. Estos lingüistas rechazaban
los métodos anteriores en la enseñanza de idiomas
que consideraban que la gramática era el componente fundamental
de la lengua. En el Enfoque Natural la lengua se considera un vehículo
para comunicar significados y mensajes. Por tanto, la adquisición
sólo puede tener lugar cuando las personas entienden mensajes
en la lengua objeto. Se da mucha importancia a la idea de la adquisición
del idioma (como hacen los niños en su lengua materna) y
no al aprendizaje consciente. No tiene sentido dedicar mucho tiempo
de clase en la explicación de reglas complejas de la gramática.
Se adquiere el idioma con las reglas más básicas.
La meta debe ser siempre una comunicación auténtica
y los contenidos deben seleccionarse teniendo en cuenta los intereses
del alumnado. La comprensión debe preceder a la producción.
Además, se debe cuidar el aspecto afectivo del aprendizaje(actitudes
positivas, empatía...)
Este interés
en las necesidades del alumno también dio lugar a la creación
de cursos o programes con fines específicos (alemán
para secretarias, inglés técnico para ingenieros,
francés comercial...)
Podemos recurrir
a la imagen o la metáfora del péndulo para tratar
las diferentes metodologías de la enseñanza y aprendizaje
de idiomas. Y la historia se repite. Al final de los 80 y el principio
de los 90 hubo un resurgimiento del interés por la gramática
(Bowers 1.987) Rutherford (1.987) y un poco más tarde por
el vocabulario (Lewis 1.993). El interés renovado por la
gramática se basa en la idea de que la gramática tiene
que tratarse como un proceso más que un producto estático.
Por otra parte, el vocabulario deja de ser algo que se aprende a
través de listas cuyos elementos sirven para rellanar una
estructura gramatical. Gracias a los grandes avances en la tecnología
de la información se ha podido profundizar en campos importantes
como el análisis del discurso o el corpus lingüístico.
La información léxica que conseguimos de los textos
auténticos nos puede dar pistas sobre como funciona un idioma
lo cual proporcionaría mucha ayuda en el aprendizaje.
Para acabar
este artículo quiero centrarme en el aula de la actualidad.
¿Qué pasa ahora? ¿Qué es la metodología
que se utiliza ahora? Me gustaría invitar a todas las personas
involucradas en la enseñanza y aprendizaje de los idiomas
(profesorado, alumnado, editoriales...) hacer una reflexión.
Desde el punto de vista del profesional, ninguna metodología
se puede utilizar en su forma más pura en el aula sencillamente
porque, en muchos casos, las metodologías no se deriven de
la experiencia del aula o de la experimentación sino que
se transplantan de manera artificial en el aula y, por lo tanto,
muy lejos de la realidad de la misma. Quizá lo que debemos
hacer es buscar una alternativa al método en vez de buscar
métodos alternativos.
Muchos profesores
dicen que siguen una metodología ecléctica pero hay
que tener cuidado con esto. A pesar de los defensores del eclecticismo,
en el aula esto puede conducir a una pedagogía sin principios
y poco sistemática. Además, hay otra cuestión
que tenemos que tener en cuenta en esta reflexión. En el
caso de las EE.OO.II., el papel de los exámenes. ¿Hasta
que punto la naturaleza y el contenido de los mismos influyen en
el enfoque utilizoda en el aula? ¿Aprender bien el idioma
y aprobar el examen final son compatibles? ¿Refleja bien
el examen los propósitos del método y enfoque utilizados
en el aula? ¡Alimentación para la reflexión!
Es muy importante que el profesorado tenga claro que está
en aula para ayudar a los alumnos a aprender. En este sentido, la
profesora debería teorizar de su práctica y poner
en práctica lo que ha teorizado. De todas maneras, animaría
tanto al profesorado como al alumnado a cuestionar todo lo que se
hace en el aula. Pero que no se convierta en un ejercicio obsesivo
ni pesado. Siempre hay que pensar en positivo: que mañana
se aprenderá más y mejor.
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